martes, 17 de julio de 2007

Meditación para hoy


Me gustan las meditaciones y la sensación que ellas dejan en mí, así que el día de hoy por la noche haré una, propia de la luna creciente. Ya después de haber hecho mis ejercicios de respiración y centrado y blah blah blah, iniciaré el viaje:

Acaba de amanecer y vas caminando por una pradera primaveral cubierta de rocío. Las primeras flores silvestres se abren bajo tus pies y las hojas de hierba verde amarillenta se mecen suavemente con la brisa. A lo lejos, en la distancia, lo sbosques vírgenes muestran sus nuevos brotes y los capullos en flor decoran las ramas, donde los pájaros pían dando alegremente la bienvenida al nuevo día.
Inspiras profundamente el aire freso de la mañana, haciéndote la promesa de dejar a un lado tus deberes cotidianos y tus constantes preocupaciones de futuro para disfrutar de estos simples placeres.
De repente tu ojo es atraído por una mancha blanca que corre por el suelo junto a ti, es un conejo blanco. Le envías mentalmente tus bendiciones mientras le ves correr. En el borde de su madriguera se vuelve hacia ti y e quiña un ojo. Al principio quieres descartar lo que acabas de ver porque crees haberlo imaginado. Al continuación el vonejo vuelve a guiñarte el ojo, como desafiándote a que sigas dudando.
Te ríes alegremente mientras la pequeña criatura da la vuelta para irse. Supones que va a desaparecer dentro de su agujero, pero sale dando saltos hacia el bosque próximo. Le miras ir y te das cuenta de que se detiene de vez en cuando y se vuelve para mirarte, como si te hicira señales para que le sigas, y es así como corres detrás de él.
El conejo camina más despacio al entrar en el bosque para que pedas ir tras él. Continúas siguiéndole hasta que se para en la base de lo que debe ser el árbol más alto del bosque, en medio de la espesura, lo observas y notas que hay algo en una de sus ramas más altas.
Para tu sorpresa, una mujer joven desansa ligera sobre la frágil rama. Tiene una edad indeterminada, entre los catorce y los treinta años. Aunque es joven, hay algo en ella que parece intertemporal, su cabello sedoso le cuelga hasta la cintura y sus ojos de un color bello y profundo parecen atravesarte. Lleva puesta una larga y amplia túnica blanca. Sus finos pies están descalzos y lleva una banda en la cabeza con dos cuernos plateados y vueltos hacia arriba. Le sonríes tímidamente y ella te devuelve el saludo con cálido entusiasmo, mientras te hace una señal para que subas al árbol y la acompañes.
Saluda a la doncella con las palabras tradicionales "Alegre encuentro", y permite que tus sentidos internos acaben de dictar el resto de la meditación, deja que la doncella te dé su enseñanza.
Cuando llegue el momento de marcharte, da gracias a la Diosa por su compañía del modo que te parezca apropiado. Después vuelve a salir del bosqe y ve a la pradera donde comenzaste esl viaje, una vez allí regresa como prefieras a este mundo.


Qué les parece??, ya mañana les diré como me fue (Fuente: McCoy Edain, Magia y Rituales de la Luna)