sábado, 4 de agosto de 2007

Meditación con luna menguante


Tranquiliza tus pensamientos y prepárate como sueles hacerlo, cuando sientas que estes listo, puedes empenzar con el viaje:
Te hallas en la orilla de un gran océano en el momento que el Sol en tonos rojo y anaranjado se oculta bajo el lejano horizonte occidental. Pronto anochece y ves una gran luna menguante directamente encima de ti, irradiando su luz sutil sobre el paisaje invernal y desolado. Una fina capa de nieve cruje bajo tus pies y los árboles cercanos están desnudos de follaje; apenas puedes distinguir sus ramas negras y puntiagudas contra el cielo nocturno.
En algùn lugar lejano, en medio de la noche, oyes el batir de las alas de un pájaro gigante que parece acercarse a ti. A continuación lo ves volando suavemente sobre el mar oscuro. Es un gran cuervo, negro como boca de lobo, que aterriza graciosamente posándose junto a ti. Te sorprende comprobar que no tienes miedo de esta criatura, el cuervo te indica que montes en él. Sintiendo que el animal sólo desea lo mejor para ti, haces lo que te pide, y vuelve a remontar el vuelo, llevándote sobre el negro mar lejos, muy lejos de la orilla nevada.
El cuervo aterriza en una isla oscura y cubierta de niebla donde desmontas. Mientras examinas el entorno y decides qué hacer a continuación, percibes la tenue luz de una lejana hoguera surgida de lo profundo del bosque cercano. Sigues la luz, que te lleva a un claro donde encuentras a una anciana muy peculiar; está de pue ante un gran caldero hirviente. La imagen no tiene nada de siniestra; hay varios animales de pequeño tamaño cerca de ella, animales que suelen mostrarse tímidos con los seres humanos. Te das cuenta de que si ellos no vacilan ni tienen miedo, tú tampoco debes tenerlo.
La anciana te mira de forma inexpresiva, como si esperara que dieras el primer paso. Entras en el claro del bosque y te acercas a ella con una sonrisa, que ella te devuelve. Notas un alegre destello en asus afilados ojos de ancian y vislumbras la sabidurían ancestral que almacena en su interior.
Saluda t permite que tus sentidos internos acaben de dictarte el resto de la meditación, cuando llegue el momento de marcharte, dale las gracias por su sabiduría y su ayuda como te parezca apropiado, después vuelve a salir del bosque hasta el lugar donde te espera el cuervo para devolverte a la orilla del mar. Una vez allí puedes volver a tu conciencia habitual.

(FUENTE: McCoy Edain, Magia y Rituales de la Luna)